13 de mayo de 2019

UNA CARNICERÍA


Yo creo que no has caído del todo en el especial gracejo de mi lado esplendoroso. Aún cuando llevo tiempo de boca apretada colmillo con colmillo en lo oscuro, como un voluntarioso hervidor de leche funesta, sabe que todo ese negror es apenas una capa inconsistente que protege -siento que equivocadamente- el candor maltratado del barro que mantiene húmedo ocupado mi agitado corazón tan vivamente. No le des a esas cosas ninguna importancia. Sabe que con un esfuerzo mínimo de comisura te voy a hacer nacer en segundos brotes árboles selvas espesuras de certezas por nuestra más que posible alegría. Tú fíjate que yo me administro. Tú fíjate que no busco la llave de la torna para cualquiera. Tú quédate con que esa cosa maravillosa y rara que sólo yo tengo, no voy a sacarla a primeras como si fuera un cervatillo epiléptico cualquiera al que pareciera que se le está acabando el día. Yo no voy a abrir la llaga para que le entre tontamente el polvo, como tú comprenderás. Yo te digo nada más que creas en todo esto firmemente y no me desesperes reina. Que aunque me veas callado como los muertos, más pronto me subo de un salto a tu tabla de corte, y ahora qué me dices, eh? Ahora te callarás o te reirás de puro nerviosita me parece, pero aunque tú no me lo digas yo ya sé que ya sabes por dentro que te ha llegado una gotita a lo más seco, y que te va a sobrevenir conmigo el tiempo del centrifugado. Anda y que no.
Jag.
3_5_19


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