9 de noviembre de 2015

LA PALABRA QUE TE DIGO


Estoy cansado,
descreído, engañado y sucio
de tanta frase hueca de tanto 
mundo redondo que tanto prometía.
En todo lo que se me reveló
mísero, encogido, insuficiente,
en todo lo que se me desnudaba
fácil sin querer en realidad
verme ni escucharme,
en todo puse corazón al resuello
y caricia al espíritu.
Derrota inabarcable, gestión y
economía del desgaste. Lo pienso
y se me enardece
el alma negra
y por único brillo
sonrisa de colmillo afilado.
Pero a la palabra que te digo
-y me dirijo a ti sola-
no le pongas este color
ni estos pestes. La he criado
con lo mejor que tengo desde chico.
He hecho lo que no te contaré
por mantenerla
pura, limpia y a salvo
mientras crecía conmigo.
La palabra que te digo
es la mejor que tengo
y no me cabe en los papeles.
Yo te la llevo,
pero no soy un peregrino,
yo te la doy entera,
aunque no la pidas ni me sobre.
La palabra que te digo
no puedo despegarla de mí
y es para dártela.
Siento que alimentaría
fatalmente mi negrura
el que por
miedo cansancio descuido
no acabes haciendo
con mi palabra mejor
lo que buenamente puedas.
Jag. 8_nov_2015


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