18 de noviembre de 2015

REVOLUCIONADO


La mujer a la que amo
es un tanque parado en mitad
de la plaza pública.
Nadie sabe qué hace ahí,
aunque tengo la ilusión
de que vino
a sofocar mis tristezas.
Debajo de su hierro frío,
por dentro
de su poder callado,
yo sé que su corazón
es como los ojos
de un diminuto animalillo
que arden en la nevada,
iluminando la noche,
resistiendo a los inviernos.
Mi amada se mantiene
poderosa, acorazada,
y quién sabe qué masculla
en mis días de revuelta.
Yo no quiero derrotarla,
y sé que va a destrozarme
con sólo guiñarme un ojo,
pero la amo
con el desespero
de la masa enfurecida
que la rodea, se le sube encima
y la cubre entera de besos,
armada
de claveles rojos.
Jag. 18_11_15


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