24 de agosto de 2016

LAS HERIDAS


Toda la vida podría estar yo leyendo. Toda la vida mirando, descifrando gestos, oliendo cuadros, tentando edificios, y al disfrute del sabor de las músicas.
Toda la vida, digo, y la vida ya valdría, aunque, de seguir sólo en eso, yo, que me conozco, no sabría dónde podría yo meter el amargor, adónde la culpa de dejarme ser tan sólo un señalador, mero disfrutador, en el placer acomodado por tanta belleza.
Toda esa vida me dejaría de valer, yo me conozco, pues, ¿cómo no intentar hacer algo por mis heridas? ¿Cómo no señalarlas, al menos, y esperar que de algo eso sirviera para las heridas de los demás?
Jag.

23_8_16


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