26 de julio de 2020

EL MAL YA ESTABA HECHO


Ayer volvía de denunciar que, a los pies de una casa, se estaba desangrando la tierra. Me sentía insignificante desubicado de todo, y necesité poner el dedo en algo, poner un poco la fuerza inútil de mi peso en algo. Un policía me señaló con suficiencia un cartelito arrugado en Word. Llamé fuera de hora y razoné mi indignado temor con un contestador automático. Todo eso me llevó el tiempo suficiente para que, cuando pasaba por el sitio donde tantas palizas me dieron en mi peor año del colegio, te encontrara de lejos, indefensa y embozada, cerrando el portón del trabajo. Me miraste dos segundos, y supe que, de algún modo sonreías, como se mira a un barco que, a lo lejos, está intentando saber qué hacer para salvarnos.
Jag.
8_7_2020


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