15 de agosto de 2011

COSAS APRENDIDAS


Algunas veces me miras ajena a los cataclismos que produces en mi. Acaricias mi cara y dices cosas que me iluminan y me hacen flotar en la calma de la noche. Y me amas despacio. Y esperas –ingenua- mis respuestas.

Yo te beso un dedo y aprieto contra mis labios mi silencio. Yo no tengo en mi pecho un pájaro azul para darte. No tengo un soplo de viento fresco que regenere tus aguas. Sólo se me ocurren palabras, frases que otros inventaron.

No quiero amarte con ellas. No con las caricias que puedan darte otros. No con besos que di en otros labios. No puedo darte palabras que aprendí viendo una película, que el director leyó en un libro de papel amarillento que fue copiado de un pergamino casi quemado y que hablaba de algo que en la noche de los tiempos creyó leer un poeta viejo y cansado en una piedra desgastada por la lluvia y el paso de los animales.

Callo y te amo sin decírtelo. Porque no quiero acabar vistiendo los mismos defectos de nuestros padres. Porque con las palabras aprendidas vienen los sentimientos aprendidos. Y yo no quiero acabar como los que llaman Chelsea, Janis María o Kevin a sus hijos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario