29 de noviembre de 2016

ISLAS FEROCES

(PENDIENTE VÍDEO TECLADO LESSEPS)

Sin preámbulo yo sé que tengo que alejarme de tu manera de ver las cosas. Siento cómo pierdo la elasticidad para mi anchura, mi inconsistencia preciosa, en tu mundo estrecho. Estoy cansado de volver los pasos. Cansado de fabricar lo pertinente y oportuno,  de resistir y ofrecer el hombro de la parte del corazón. De dar la risa cuando quería dar el beso, y aún así, saber que la dejo en una bandeja de plata de languidez, que no sé si te dignarás tomar en tu mano. Estoy cansado de dar premura cuando para mí, a tu lado, el tiempo era juguete inservible, apenas un adorno barato, estampado perenne en el plato, escondido y disfrazado de alimento consistente entre los últimos restos de la salsa. Ahora mismo no sé dónde poner la fe por nuestros momentos de delicia, ahora no sé adónde irán las verdades de nuestro vino. Quizá ahora sólo sea posible dejarse respirar en cada trozo, dejar que todo caiga con su peso y temperatura. Y encontrar la serenidad en cada cacho, en cada mella, en cada herida que se nos alarga en esos rastros de costra, que acaban reviviendo en los azares nuestros dolores antiguos, nuestros pujeos olvidados. No quiero, en este nivel tuyo de malentender las cosas, que me sobrevengas a la caida de las tardes de invierno. No quiero que me sobrevivas renqueando, aferrados ambos a la prestancia de nuestros chistes buenos. Me voy.

Me voy y no quiero que vuelvas. Me voy, mientras veo que entre tú y yo nada se sostiene. Creo que mejor quedarnos solos en la redacción de los particulares laberintos de nuestras almas. Me miran y me aman. Me miran y me aman y has de saberlo. Me miran y sin tocarme me acompañan. No puedo seguir conjugando mi tonta bondad, mi andar ofrecido, la herida en carne viva al aire, con tu cansado humor escéptico. Ya no casan mi insistente inocencia con tu gracioso, estoico desprecio edulcorado. Todos tenemos un lugar propio. En su momento pertinente. Y yo no quiero alargarme en este sobrevivir conformado. Me desligo para no acabar en un desgaste sin vuelta. Ella me mira. Acéptalo. Ella dice como al aire que la solución es que te quieran de verdad, y yo no sé qué hacer con todo eso. Y todo eso es una verdad como la biosfera entera pulsando chiquitita en algún punto minúsculo de esta negrura espesa que nos contiene y gobierna. Me llevo mi generosidad, que tanto te supo a poco. Me llevo mi paciencia, pero ya. Me llevo mi humor militante, mi ansia voraz, que viene a ser lo mismo. Me llevo mi callado deseo desquiciado. Mis ganas. Mi hambre y mi sed, que nunca entenderemos si seguimos lado a lado. Es casi de muerte este nerviosismo que ahora me gobierna. Es un sinsentido despedirme de esa costumbre de amarte en la tormenta, en el enervante relajo. No me sientes y me muero. No me comprendes y me largo.

Que te llegue lo que necesites. Que triunfes en tus pagos. Y que elijas bien. Y que disfrutes plenamente de lo que cultives y de todo lo encontrado. Que construyas tu vida con las cosas que yo no tengo. No puedo sobrar. No quiero ayudar más a tu cansancio, a tu morir inconsciente en desaliento disfrazado.

Ella, con simple atisbo, ya sabe de lo que soy, de lo que ando necesitado. Ella, sin palabras, sin fuegos evidentes, ya sabe del todo que yo no sé qué haré con mi vida, a partir de este momento espeso de quitarle los trajes a lo acostumbrado. Ella no tiene cifras. Ella no tiene colores ni olores ni sabores prefabricados. Ella vive tan estupefacta en alguna posibilidad espacio temporal del universo alelado. Así que adios, por mi parte, a todo lo que tenía entre manos.

Solo la solitaria vida negra sabe lo lejos que estoy de echar de menos los polvos. Las conquistas vacías del orgullo. Las autoestimas facilonas, los desperdicios jugosos y los sonrojos de plástico. No sé adonde voy. Adonde llegue, que sea de la mano toda la tarde sin mirarnos en la gente ni en el tiempo. Que nos demos un beso, un abrazo sencillo en cualquier parte, y que nuestro mundo de dentro y de alrededor, se vaya llenando de nuestros charcos.

Jag.
29_11_16


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