28 de noviembre de 2017

MEDIANAMENTE LLAMA

Ya sé que va a resultarte extraño que abra un poema de amor con una niña sangrando monstruosamente.

Pero ni yo tengo la culpa del gusto pedestre de tu alma, ni la tienes tú del andar caprino que trae música verdadera a la mía. Porque

es ella misma, mi hermoso demonio
con el pelo entretejido de broza, la que
me pincha el culo (gozosamente)
cuando dormimos escondidos en la vereda.

Y para eso no tengo explicación,
y no quiero escribirle
un poema de amor por sorpresa,
y que está sangrando monstruosamente
ya lo dije yo porque
ya lo dijo ella. Y, porque no lo veo justo,
tampoco
le voy a contar películas impactantes
de un hombre sospechosamente
parecido a mi, que emprende un viaje,
y la mete a ella en su paisaje,
cargando con su pasado
que regresa, pues
uno cree que ya pasa
y todavía pesa, y ofrecerle
su hombro, su crisis de vida
con todas las letras,
y de su destello, el gozo,
de un discutible resurgir, resuello,
de su simple lucha, ardor,
y amor, remotamente fiable,
tras la caída.

No, eso no le puedo, no.

No le puedo construir lealtad
en el anhelo simple de pertenecer
a alguna parte suya, yo
no le puedo ser un hombre solo
en el deseo y en la pregunta. No.

Responsabilidad, señores,
que estoy hablando
del hambre de una mujer,
de que no es aconsejable
que le falte respirar ni cauce
para su completa sonrisa, y por eso,
antes de empezar,
llevamos por la mitad
la película.

Esa niña está ahora mismo
en su pleno derecho
de mandar todo al carajo.

Apasionadas canciones roncas ya va teniendo.

Esa niña está ahora mismo
en su pleno derecho
a poner tanta fe en el amor
sin darse cuenta.

Yo no la pierdo de vista,
porque está goteando de vida,
y le reza sin pudor
a dioses que no existen.

Y yo me canso de la tercera persona,
y me digo, estando solo
y con todo perdido en esta noche negra
de qué tengo que esconderme.

Y si ella tanto me emociona,
yo la quiero sacar al aire, hacerle
público notorio ostensible el deseo
de su mano de pluma,
dentellada persistente.

Y si ella tanto me dice por dentro,
yo la quiero sacar al aire
y que se nos muera el protocolo
de rozarnos apenas con los dedos
y sobrevivir con el recuerdo la semana.

Yo me estoy poniendo muy simple con el tiempo.

Ella sale de la tierra y los ecosistemas la siguen sin pensarlo, caminando tan siempre, con raíces que se le lanzan al suelo, desde la planta de los pies.

Y a mí se me acaban los poemas, las conjeturas, los refugios, naufragios, defensas, épicas, eufemismos y trascendencias. Yo sospecho sencillamente, que si ella no anda cerca, a mí me parece que casi nada de esto va a acabar siendo llevadero. Es que me estoy poniendo muy simple con el tiempo. Yo creo que todo podría ser tan banal y llano como rozarnos y aguantar un poco. A ver si nos va a gustar estar de la mano. A ver. Mirarnos de frente y ver cómo nuestras extrañezas se ponen a convivir y calcular cuánta materia buena podemos inventarnos para rellenar los resquicios que dejen nuestros malos encajes.

Dicho esto, añadir que a la mierda mi desaliento y mi cansancio.

Yo la quiero sacar al aire y decirle
oye, que te quiero al sol,
oye, que te quiero
de esa manera que se me aparece, oye
vente conmigo, manifiestamente al aire,
y a ver si puede ser
que todo nos duela de amor.

Jag.
28_11_17


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