29 de noviembre de 2017

AUNQUE ALLÍ



Pequeño demonio, rosita
salvaje en mi pechera,
secreto dulce de la boca, grito
de mis entrañas: Ay.

Demasiado despierto
tengo mi ser durmiente,
para tu desgracia, jovencita porque.

¿Y si por mi vida
he de dejarlo tendido, ay
pequeño resuello broteverde
yerbita que me asombra?

¿Y si a pesar de quererte
tanto de esa manera que
a mí se me ocurre,
sin querer te rompo algo?

¿Eh?

¿EH?

Digo yo que mal dolor me diera
en tal supuesto del malevo destino,
mas ¿qué me dirás si agotamos recoveco,
mi llanito de sol de invierno,
claro de luna y manta,
domingo de tarde y pizza,
y se nos pasen las emociones,
y en un repente fatal
-sobre todo tú- descubres
que ni tú ni yo
a ti ni a mí podemos
hacernos del todo tal y como
deseásemos precisáramos
para mantener a la familia
a raya o al menos
el PH del entorno?

¿Eh?

¿EH?

Y aunque yo ahora mismo
me esté muriendo de vida
por el arrullo de tus aguas de ya sabes,
las de ahí lejos,
las de tus gestos perdidos
de por ahí abajo, las de
tus gustos automáticos, desvelos imprudentes,
aunque me brindes calor de las montañas,
brillos de tus perlas, sabores
preciosos de tu sima y toda esa
imaginería imbécil
que todas y todos
tenemos disponible
en la emergente
poesía insufrible
libre de cloro 100 %,
aunque me hagas y me des
todo lo que te salga de la lozanía,
aunque me hagas literalmente
renacer perdiéndome
en los inacabables porqués
de tu elementalmente preciosa hermosura,
sabe, ay, feliz demonio de mis entrañas, que
lejos de la alegría que
tan fácil me sale contigo, lejos
de tu secreta dentellada que
me incendia la vida, lejos
de tus ansias de cuento, de raíz, de viaje,
lejos de eso,
lejos, insisto, de eso que me eres
dolorosamente tan hermoso,
sabe que yo
no tengo por menos que decirte
que contadas tengo las tristezas, oye.

Piensa y siente, mi pequeño destello,
sueña y construye, mi hermoso chorrito,
y aguanta y desiste, mejor
de lo que yo lo hago, te recomiendo.

No empieces otra vez, espera,
a intentar argumentar la
nobleza y dignidad de los sentimientos,
que eso es sacar discurso
de una pareja de potrillos
hiperventilando, respira
y escucha a la sagacidad
de tu ternura de hierro que yo amo.

Sabe que yo no podré
sostener el dolor
de todo lo que ha de gustarte
antes de que me encuentres.

Tú date cuenta.

Deja las lágrimas
para los amaneceres de invierno
camino de un trabajo de mierda,
que te llegarán.

Deja las maldiciones
para la gravedad de la dicha, para
la sumisión de las carnes, y no
te adelanto más acontecimientos.

Mi lindo fuego de altiplanicie, yo te pido
que nos amemos como puedas,
sin dejar de vigilar
que la vida preciosos páramos tiene.

Y alimentos,
y vergüenzas deseadas,
y extravíos excitantes, refugios
para tu boca para tu alma,
para tu cuerpo hermoso,
contorneado y hecho
en otras manos.

Lejos de este océano estancado.

Jag.
29_11_17


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