26 de julio de 2019

(PARA HUMO)



En la fiesta de los treinta, de los cuarenta y los cincuenta, he comprobado que eres de fiar. El palo sobre el que me apoyaba para caminar venía de una retorcida raíz alargada. No llegaba del todo bien al suelo, y no me apoyaba lo que debería.

Lo que sientes no es un argumento para nada. Nunca ha servido, acuérdate de cuando me decías ay lo bueno que eres, sólo falta que me gustaras un poquito. Después acabas con uno que después del magreo sólo se le ocurría hablarte de baloncesto y cosas por el estilo. Pero así son las cosas. Ya sabía yo entonces que tus fans iban a dejar de pegar motazos y se iban a dejar crecer la barriga. Que todavía te faltaban unos años para que la vida misma te sacara la mayor parte del jugo, y en los días de descanso de los niños, tuvieras tiempo y sorpresa para acabar suspirando por un artista. Anda que vaya tela.

En este pueblo se ríen de lo raro, recelan de lo brillante y descansan de lo comprometido, frecuentemente. No creo que la revolución empiece aquí. Doy largos paseos silenciosos en los que me encuentro con perros que no se preocupan de recoger las mierdas de sus dueños. Esto está llenito de mujeres que están siempre a punto de atropellarte. Ahora lo más amoroso que hago es escribir en una biblioteca en la que a casi nadie le gusta leer. No sabes la pobre fuerza interior que da eso. Constantemente tengo la impresión de que nunca va a pasar nada, y cuando voy a mi paso normal llego demasiado pronto a los sitios, caminando por calles llenas de cosas que ya he visto antes. Por eso acabo pensando más de la cuenta. Me aburro y me desespero por lo que desde siempre sabía, pero siempre hace un tiempo estupendo para ir a comerle el coño a la mujer que amas. Los emprendedores afilan los cuchillos y se cargan de humor para cuando quiebre otro. Hay calles con nombres de facha, pero en mayo huelen a azahar, y a nadie le molesta nada. Todo es desesperante y casi todo lo bueno ocurre por enchufe. La injusticia la tienen bien domesticada y sabe a quién tiene que morder y en qué momento será más eficaz. Es simple y mediocre lo que comúnmente llaman alegría. La llevan con correa, y le quitan el bozal cuando se acercan los días que sale la Virgen.

Hay momentos en que no puedo sostener lo que normalmente soy o me pasa. Algunas veces no tengo fuerzas para ver ni si yo mismo estoy de mi lado. Entonces casi siempre me acabo cruzando con algo de bondad condescendiente que casi nunca se entera de nada. Es esa cercanía casi obligada, que hace casi imposible que puedas estar tranquilo rumiando solo alguna resolución o tentativa. La intención me llena de ternura, pero la realidad me colma de miseria. Me resisto a que lo que me duele a mí acabe doliéndole a los demás.

Luego están las hijas de alguien, que están siempre a punto de decirme usted, y también están las señoras de alguien, que tampoco es que me tengan del todo en cuenta, aunque cuando hablamos están despreocupadas y distraídas colocándose los elásticos de las bragas. Estoy vaciado a la fuerza, exprimido desde dentro, y siento que desde que nací estoy en una edad muy mala.

Jag.
25_7_19




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