24 de junio de 2012

EL CAMINO DE LOS SUEÑOS.



Los sueños, y estamos ciertamente mal educados en este punto, poco tienen que ver con Woldisney, que se encargó de trivializar la tradición oral y escrita de la cuentística europea. Los sueños poco tienen que ver con varitas mágicas que te cambian la vida o hadas madrinas que vienen a salvarte. Tampoco tienen que ver con inspiraciones del hado o felices arrebatos de la fortuna. Qué va.

Los sueños, a poco que te fijes, son aspiraciones concretas que, si te pones a ello, tienen su lugar localizado, su talla específica y su momento más adecuado.

A los sueños se les cuida con amor (pues nacen solos), se les redondea con paciencia (pues nacen embrutecidos) y se les gana con flexibilidad e ingenio. A los sueños se les llega tras una conquista o una negociación, pero todos tienen su precio.

Los más idealistas, que casualmente perdieron los dientes de leche tragando películas de Woldisney, no soportan ni oír hablar de que los sueños, como las ilusiones, tienen también un camino de vuelta.

De los sueños, pues, todo el mundo vuelve, o al punto de partida o a un nuevo inicio más allá de los sueños.

Los que saben aceptar todos los sabores de la vida plena, los que gustan y los que no, esos vuelven cantando.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario