mira como si miraras a través de las cosas y de la gente que se te ponga delante. Que te vean así, absorto en algo lejano e inescrutable. Mira como si fueras el verdadero protagonista de la película, como si todos estuviéramos en la última secuencia, en la que el amanecer va iluminando tu semblante seguro y arrogado, que mira a los ojos a su destino elevado e ineludible. Mira como si algo grande e inaprensible para las personas normales estuviera allá, a lo lejos, esbozado y esperándote más allá del monte o la cocina, en un horizonte que nadie comprendería, detrás de todas las cosas, y detrás de toda la gente que te rodea. Sobre todo, si te está prestando atención.
Hazlo así. En realidad no importa si tu destino está gripado o languidece tu convicción por encontrar soluciones en algún punto indeterminado del puto horizonte. Tú mira más allá y deja que la música suene, que los créditos pasen, en sobreimpresión. Tranquilo. Mantén la pose, ármate de una sensualidad hermética y alimenta tu misterio. Mira a lo lejos y cállate, sobre todo cállate. Que hablen los demás.
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