11 de marzo de 2013

DIGNIDAD


El nacer, crecer e ilusionarte y continuar, desgastándote con constancia y poco a poco hasta llegar al páramo desolado de la decepción, en ese orden, te animan a claudicar.

Pero aún teniéndola por definir, la dignidad es una llama de luz tímida y calor mínimo que se te mantiene encendida en lo más recóndito del alma. No la tienes localizada, pero te anima inexplicablemente. A tu hambre le responde con alimentos insospechados, y pone campo abierto en la asfixia, fuerza en la flaqueza y bravura en el pavor, de manera que con los mismos escombros de tu derrota te construye posibilidades de encontrar sentido.

Te devuelve los argumentos para vivir.


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