13 de enero de 2016

EL FUROR



A nadie,
a nadie más que a mí
podemos cargar con la culpa
de que yo,
sin necesidad sin prueba
sin el mínimo requerimiento
de tu parte,
me haya lanzado
por mí solo
al certero saber
de que dentro de tu
inexplicada postura
está tu piel,
tu alma, el tesoro
que yo quería
y que mis compañeros
de borrachera no ven.

En fin, ya lo sabes,
hasta justo antes
de tu cansancio
lo he repetido,
tras la bruma negra
de tu lindo ignorar,
tu arrebatada incapacidad
para comprenderme,
no se deja de transparentar
ese corazón tuyo
que precioso y roto,
sin mirarme, sin
darme un vaso
siquiera de agua
me tiene secuestrado.

Yo lo sé,
y sigo
tan bobamente
de tu lado, sin atención
sin aliento, no sólo
por la presunción
de tu calor
de tu valía, no
te me envanezcas,
cuenta también
con la certeza solidez
que tengo
de que en mi vida
sólo acaba
mereciendo la pena
todo lo que
me ensancha el ansia,
el horizonte, la sima
el vértigo.

Consigo entender amor
en mitad de
esta furia desatenta
alquimia del desconsuelo
que saca mi luz
de tus ojos ciegos,
calor verdadero
de tus brazos perezosos.

No he de cejar
ni aún callado
ni por tierra, yo sé
de cualquier modo
que eres fuente
de mi vida, sol
y sombra en mi vereda,
como todo lo que
me nace y vive
yéndoseme
de las manos.

Jag.
12_1_16


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