Algunas veces no puedo estar en lo que
quiero estar.
Algunas veces no debo estar en lo que
puedo estar. O yo no sé. Y vengan malabares con lo que puedo, lo que quiero, lo
que debo, lo que tengo.
Siempre soy el mismo. Conformado o
resistente. El mismo. Ciego e iluminado. Embarrado impoluto. El mismo.
No me adivinéis y no os engañaréis. Soy
el mismo que silba alegre y desnudo al son de la calderilla de su bolsillo por
esta senda ardiente.
Algunas veces no tengo cuerpo, la piel se
me aflige, el corazón se desmorona. Pero yo te amo siempre.
Soy el boli que no termina de gastarse,
la llamita mortecina, el pálido rescoldo que está a esto de regenerarlo todo.
Porque yo te amo siempre.
Por eso. Porque soy el que tú conoces. El
mismo.
Soy el libro abierto en mitad del incendio
furioso. Sonrisa y pedernal. Manto de hojarasca, caricia de musgo y humedal. El
mismo. Tan seco, tan jugoso. La llama. Ese resplandor que tan fugaz, en tu
espíritu dejó esa sombra alargada.
Algunas veces, de la huerta se hace dueña
la yerba mala. Y la noche cerrada, el naufragio dan su paso al frente. Y yo no
sé dónde acudir, y de mierda hasta el cuello estoy por derribos que no proclamo,
y la lengua seca, de silencio peca. Y apenas las fuerzas justas de sacar la
cabecita para respirar un tanto, y decirme algo que me sirva, antes de que todo
se derrumbe, decirme tengo que decir algo bueno para ella.
La eternidad se está acabando. Buenos
chumbos han llegado y la vida manga por hombro. Y no te digo, y no me hallo y
yo te amo siempre.
Estoy que no estoy, y me digo qué buena
carrera lleva.
Estoy que no estoy. Pero la lavadora está
haciendo el centrifugado.
Y no estoy, pero se está secando un óleo.
Y tengo rotos los cachos.
No estoy. Pero en la yerba mala han caído
semillas, de cuando venía a sembrar todo lo que se me ha perdido.
A veces no estoy en lo que estoy, pero
demientras yo te amo siempre.
Así todo es más fácil.
Jag.
24_6_16
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