23 de enero de 2018

AFRUTADO


Es de una aburrida tristeza seca. De una idiota indecisa memoria de tantas veces que supe yo solo tanto que no había de pasar.
Hoy me ha dolido no acercarme.
Hoy me ha hundido morderme las ganas por dentro. Esa explosión que se retrae. Como flores que se cierran. Pájaros cantores tragando saliva por los colores tan bonitos que tenías el sábado. Y la desmayada agilidad de tu sonrisa, tan esquiva.
Me dio por pensar que también será posible alguien de mi talla en tontura. En algún lugar, en algún momento. Alguien que haga rodeos imposibles por saberme pensando en mis cosas, en mi casa, y hacer que sus cosas pasen por mi calle. Alguien que disfrute en soledad de algo bueno y piense, esto me gustaría contigo, aunque no estés de acuerdo del todo, aunque te queden trastos del pasado, y la confianza vaya muy muy lenta, y la entrega siempre parezca algo demasiado lejano. Todo esto, pero contigo, aunque casi nunca hablamos más de cuatro frases. Aunque nunca hayas creído que podían pensarte así, porque nunca te habías imaginado mereciéndolo. Esas cosas fugaces que pasan en las películas malas. Contigo, todas las cosas que deberían pasar cuando yo paso cerca.
Como que las cosas pasen, y el mundo ayude.
Y sí, esa tontura como la mía, la de ponerte así de preciosa, con ese fucsia explosivo de lana y las uñitas en celeste, y los labios en rosa de chicle, y la faldita estrecha, y el pelo visiblemente demasiado retocado para una mañana laborable. Esa sonrisa tuya paseándose en chanclas por mi alma de barro en la tienda helada.
Sí, vestida y amable así, porque sabes que voy a ir a verte dos minutos en algún momento de la mañana del sábado.
Dónde habré puesto los apuntes de todo eso que yo debería decirte. Dónde poner los acentos y sonrojos para explicarme.
Y dónde esas cosas que nunca pasan, mientras otras mujeres preciosas me hablan de mujeres que se maquillan en una motocicleta en marcha. Y cómo hago para acercarme a tí de una vez mientras me van desgranando bromas, promesas, guiños y bravatas. Y muchas risas, y esto sí que es un encuentro, oye, que no me gusta el caviar, ni el coñac, ni el pato, que este mundo es demasiado seco, que tengo el alma pomposa, y ya ves qué barata te salgo.
Mi vida cada vez va teniendo menos forma. No sé qué hacerte ni sentirte. No sé dirigir tu color. No sé dónde poner el aliento, me duelen las rodillas, los lumbares, las ganas.
Y dónde habré puesto los apuntes de darte sin mesura el amor.
Jag.
22_1_18


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