30 de enero de 2018

SON DE CIENCIAS, CREO



Pues para empezar el día una amiga me dice que la semana pasada estábamos en nueva (que perfecto con lo del flyer) y que esta semana entramos en llena. Es más, que habrá dos llenas en enero, o algo así. Y que uf con eso. Que afecta no sabes cómo. Que también a ella, que ya te lo digo yo, me dijo. Después me he tomado un té a trompicones, rezando para que encienda el ordenador buenamente, y pueda trabajar en la tarjeta, por lo menos.

Por cosas que me han dicho y por cosas que no me han dicho, he pasado una fabulosa noche de retortijones. La rodilla se me ha levantado más nerviosa, como es lógico, y abrigándome, y asomando la nariz a una rendija de la ventana me he dicho otra vez que ya me gustaría que lo nuestro fuera más sencillo. Que me gustaría o que necesitaría, no estoy seguro.

Después el sol, que no tiene fuerza ni alegría suficiente entre las rachas que llegan, deshilachándose, del vendaval. Y también he pensado en amores que no pueden ser porque no sé imaginarlos, y en facturas o regalos que me llegan tarde irremediablemente. Putos demonios.

Me he abrigado hasta el cuello y he mirado a unos niños que siempre están en el parque a la hora del instituto. Me saludan. Me piden fuego. Me estoy haciendo mayor.

Parece que quiero despistar a la gente que quiero, pero sólo pasa que tengo el corazón grande y desasistido de muchas cosas que considero normales, y normalmente no doy pie con bola.

Después me acuerdo de ti, respiro hondo como si fuese a regalarte un conjuntito de encaje, y se me encoge el corazón, no puedo evitarlo. Se me asoma un poco una lágrima, me digo que no veas qué frío, aunque realmente estoy pensando con la boca cerrada pero qué preciosa eres para mí.

Después sigo por la acera, mirando al suelo, y en realidad me la suda que esto esté quedando tan lineal. Nada, en el vecindario, flamencos escuchando al Barrio y raperos mascando reggaeton. Todo parece perdido, pero no puedo llegar a maldecir nada, porque me acuerdo de las canciones que tú tienes puestas en la tienda, y me desmorono, y me avergüenzo porque no puedo esconderme de que tampoco yo estoy haciendo lo máximo que pueda. Maldita sea.

El perro de mi hermano, que se cruza constantemente. Tengo que cambiar de mano tres veces cada dos metros, y así me resulta materialmente imposible ensoñarte decentemente. Hemos llegado a una zona que no sirve ni de aparcamiento ni lleva a ninguna parte. El perro de mi hermano echa una meadita de dos gotas cada dos pasos, como si quisiera tomar posesión del mundo entero. Hojas de almencino y jacaranda que se están pudriendo en la umbría. Y me gustaría pintarte las uñas.

Después un poco de sol inofensivo. Con este frío es como para regañarle. Escalones. Contenedores diversos y yerbas de todas las clases, de las que no me importa cómo se llamen, que se buscan la vida entre las grietas del asfalto y el hormigón. Pasan coches. Pasa tu furgona de empresa. Pasan las uvas y los acontecimientos. Los que señalamos y los que se nos pasan. Pasan los sucedidos y los que se quedan en el pensamiento.

Y no quiero pensar en tu olor.

Ese que se descubre en el paso de la confianza a la intimidad.

A veces sueño despierto que un dia vas a venir a darme un abrazo largo que en silencio nos lo va a explicar todo.

Pero hoy he pasado de largo. Hoy no voy a pasar cerca, para saber yo solo que en ese momento estás como mínimo así de cerca. Hoy no voy a pasar para escucharte la voz a mis espaldas. Tampoco voy a pasar a decirte buenos días ni buenas tardes con el corazón en un puño, porque no quiero que te sigas confundiendo.

A falta de ese olor sencillo que yo quisiera o necesitaría, estoy viendo que los niños del parque se han puesto hasta los ojos de rezar la Salve. El día se muere, porque hoy he pasado de largo.

Y es como si no me hubiera pasado nada.

Jag.
30_1_18


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario