22 de noviembre de 2018

CORRÍA


El mundo se me iba desnudando en una arcada vertiginosa. Tú lo sabes. Era prisa. Aún no lo sabía, pero corría por alejarme de lo poco que te veía. Corría porque te venía la pena. Corría y sabía que no había lágrimas para olvidarme de ese mar profundo y desconocido, tachonado de estrellas invisibles, risueñas, luminosas, incandescentes, malheridas de muerte más allá de las nubes. Corría por mi hambre de alma, otra vez tan solo, corría y qué dolor de cuerpo por tu facilidad para la broma. Corría y bajaba la cabeza, subía el trote de los pasos para no recordar nunca más las calles. Corría y apretaba los puños porque tú apretabas la boca y los abrazos. Ay la maldita muerte insomne que despierta y me revive cada día. Corría, lo viste, corría porque no te veía más allá de los cuentos con los que me explicas y te recompones. Corría a ducharme toda la arena y todos tus olores.
Mis manos calientes para nada.
Tu boca apretada porque no quieres que entre más en ti.
Y yo buscándote palabras o sonrisas, a ver si de una vez me dejas salir.
Jag.
5_11_18

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