22 de noviembre de 2018

ROBAR UN KÓPEK


para entrar en un pitido me parece que no va a servirte de nada. Estaba yo tan ufano, tan advertido, tan venido arriba por cuatro sonrisas que me encuentro, que no he sabido ver el momento en que casi todo, con su consecuente humillación y sorna, me adelanta. Te me vas. Te me escapas para siempre, haga lo que haga. No sirve de nada sentir. No sirve de nada mostrar ni demostrar mi peso de asadura inspiradora en mitad de una balanza. Te me vas. Te me escapas para siempre, porque no tengo entrañas para hacerte un mundo amoroso con brillantes papelitos de colores. Te me vas y te miro ahogado, resignado a la sabiduría de los santos cojones. Una mujer se ha puesto más rubia porque así se tapa las canas. Otra mujer se lanza a comentarios picantes, removiéndose en su silla, porque me ve domado, castrado, inofensivo. Y yo no sé qué hacer con tanto cuento. Yo no sé qué hacer con tanto acertar con el dedo en cada mundo digno de mi amor que señalo. Soñé que un viejo se dejaba todas las cartas al abandonar el vagón. Soñé que el juego de los olores me cogía de la mano y se sentaba a mi lado, aunque el paisaje corría libre, liviano y montuno. Yo no sé qué hacer, en este febril momento oscuro en el que sé que nada es para nada. Te me vas, yo lo sé, para siempre, como siempre, y ya casi no duele quedarme solo en mi mundo sin emoción ni belleza, por mi dejadez. Por no tener puta idea de cómo quererte ni cuidarte sin que nos jodamos con las rozaduras de una cuerda de pita que hace una bandera de amor en el aire libre. Te me vas, todo es un puro rugido sin eco, y me quedo no sé dónde ni para qué. Y ya no me quedan cosas bonitas para que me mires desde tu mundo cálido. Te me vas y ya no sé pedirte ayuda a través del cristal de la ventana de tu casa en mitad de este mundo que se desmorona felizmente. Un besito más, que siempre tengo. Un abrazo más, antes de que me sepulte la noche. Y todo mi amor tan tuyo, y todo mi aliento, que cuando amas es importante cada segundo. Te me vas, y cuánto me quedaba para ser contigo. Pero te me vas y yo soy una chispa que se seca al lado del Mediterráneo. Y quién soy yo para intentar atrapar todo esto que nos contiene y nos mantiene congelados. Come despacio y digiérelo todo. Sólo quiero para ti todo lo bueno que pudiera darte. Yo sé que faltan muchas cosas, pero no me voy a poner a hacer méritos para convencer a la madre de nuestras naturalezas. Me lamento en estertor apresurado, y dejo en herencia a quienes se sientan jóvenes, que Roma no se destruyó en un día.
Jag.
13_11_18


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario