22 de noviembre de 2018

ATINO


Noviembre empieza a ser bastante duro, lejos de tu siempre estar preguntando, lejos de ese querer mío de estar abrazándote un tiempo sin medida un beso detrás de otro, entre pregunta y pregunta de estás bien, sientes que estás en lo cierto, de la mano de lo honesto. Ponerte la mano en la barriga antes de que vayas a quedarte dormida como si ya lo nuestro estuviera hecho del todo.
Bastante duro Noviembre porque es ahora aquí y ahí cuando nos estamos preguntando realmente lo que importa, me parece. Vaya yo a saber en qué tienes puestos los ojos del corazón en este momento, pero yo tan muerto de ganas de que nos besemos aunque constantemente nos separemos de forma abrupta, de que me abraces fuertemente aunque a veces te haya puesto cara de palo, te lo advierto.
Atino a contemplar la posibilidad de que ya tus preguntas nos llevan a ti y a mí de viaje. Gira un poco la ventana, y ya entiendo que ni tú ni yo queremos una respuesta que viene a quedarse para siempre. Algo que venga con vocación apresurada de gobernarlo todo. Algo que querremos conservar y que nos mantendrá vivos pero frustrados, coartados, prisioneros de haber quemado demasiado pronto el cartucho de un amanecer verdadero que nos abre los cielos justo en el momento previo a empezar a desfallecer para siempre.
Y Noviembre entonces da otro paso, y el día se me abre de pronto en una mirada llorosa de emoción, una pequeña fuente que viene destrozando las selvas, mientras me da la mano. Y entonces todo parece que te está suspirando. Todo es un calmo cantar murmurado. Te espero el olor sin deseo ni impaciencia. Te espero el sabor sin hambre ni desdicha. Te siento en mí así tan de cerca que ya estás dentro. Te siento como nunca, como siempre.
Noviembre da otro paso, la tarde aquí se ha puesto nubosa, y por ahora sólo me ha dolido de verdad un día.
Jag.
7_11_18


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario