16 de enero de 2020

PUGNA


Sé que se ve más el arañazo que seca y la cicatriz que aún recuerda la mordedura. Se ve más el bulto la montaña pequeña que dejó el golpe.
Sé que todo eso encoge la nariz y te descubre por arriba las encías.
En los días buenos, pienso que te equivocas, tiernamente, si ves en mí tan sólo una extensión de piel inútil arrugada que hace bolita, que no me sabes ver si tan simplemente te entregas a la ira, al primario defenderte de lo feo, de lo imperfecto desperfecto y abollado.
En los días malos te comprendo igual, que nada obliga en este mundo a nadie a aceptar de cerca ni de lejos un mínimo sufrimiento. En los días malos, además sospecho que te necesito, y en lo hondo balbuceo cuánto bien haría por una vida justa una caricia tuya.
Goteo y babeo fantaseo con que vas a ser tan tierna y exigente, acertada y atrevida como para romper el sucio barniz que en mi corazón han puesto todos esos viejos golpes. Que vas a poner tu parte en que la Naturaleza avance y ver, con una claridad que te sorprende que nadie entienda, que debajo de todo lo maltratado hay un sencillo amor pujante, que pelea con verbo correoso entrecortado, por inventar el aliento de una vida posible. Que debajo del gruñido sólo hay un miedo desesperado por partir, y en el trozo de cuerda mordisqueada que aún cuelga de mi cuello sólo quedan la débil dignidad, la nobleza golpeada que pugna por encontrar de una vez el hogar.
Jag.
16_1_2020




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