8 de enero de 2022

ROUGH ENOUGH



Al león le dijeron la tierra es redonda y a caminarla se puso. 


Le dijeron y le pareció que el mundo estaba todo para darse y para todo ofrecerse, y el león se daba se ofrecía con todas sus cosas de león. 


La tierra es redonda y todo su orbe resonaba mecanografía de sus garras en todo lo que caminó. 


Le dijeron al león la vida es noche cerrada, y sólo cada uno pone su luz. 


Se supo la luz del mundo, y el león por dentro se iluminaba. 


El sitio la verdad se veía frío y oscuro, un suelo simple y plano que deja ver apenas el paso hacia la negrura de todo alrededor. 


Pero calor del corazón de un león: intuía puertas a otro sitio, y caminó caminaba, aunque el verbo se cansaba. 


Le dijeron al león eres milagro y ronroneó un rugido de gozo, y puso de sí cuanto tenía de sorpresa, de empuje y comprensión. 


Pero el pan se quedó en lo que era y estaba, y el número de peces pues la verdad no aumentó. 


Se guardó el león la fiereza aunque todo le pareció violento: el mundo gira con tu avance hacia una puerta de nunca que está en ninguna parte, alimentas tú solo tu alma, cargando tu equipaje de incierto hacia una promesa de oscuro. 


El león camina felino haciendo girar una bola inmensa de ratón. Ansia y sonrisa en sus fauces, pues sin fe y sin ciencia sabe que algo lejano está moviendo su paso, y eso distingue a la tierra firme y dura del agua mudable del mar y de los ríos. 


Camina el león, y nadie se le presenta al paso, y no regresa eco de su rugido cansado, pero sigue con indomable aliento. 


Haciendo girar la bola, en el extremo invisible de su cola, quién sabe quién estará dándole al botón, abriendo una ventana o un corazón a un mundo inadvertido.


Jag.

27_12_21




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