4 de enero de 2023

LA CALIDEZ

 Leo libros porque puede haber calidez e inteligencia en sus conversaciones. También porque las líneas de diálogo no se superponen groseramente una sobre la otra, que es lo que pasa constantemente en los monólogos de sordos que solemos tener en la vida real.

Leo libros porque los personajes están integrados en un lenguaje, y aún con sus fallos, titubeos, inocencia, destemples e iniquidades, se están ateniendo a un principio lógico: el de la expresión. Aunque se vean arrastrados y devorados por maldades y pasiones que les dominen, todo lo que se lee está gobernado por la necesidad de hacerse entender, y por eso el intercambio suele ser respetuoso y constructivo, pues hablando y haciendo, elaboran un mensaje que se tiene que ir desarrollando de una página a otra.
Una conversación de la vida real es una reunión de perros que empiezan oliéndose el jopo, y continúan soltando rápido el ladrido más alto, el más ocurrente, atinado o gracioso, para posicionarse contra lo que presuponemos que estará tramando el otro con su puta amabilidad.
Jag.

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