No tengo una idea que haya que salvar a toda costa.
No tengo un alma que me trascienda.
No tengo sostén para la alegría de nadie.
No hay una mujer que me mire y espere a mi lado y sepa cuándo el viento va a empezar a desfallecer y quedarse sin aliento.
No tengo noticia de que alguien me suspire. Ni por los campos ni tras los cerrojos.
No tengo hijos, y por tanto, cuando llegue la edad en que sin retorno se me vaya estrechando el ansia del horizonte, no tendré hijos que tengan que tenerme.
Fui un abrazo incompleto, salí a encontrarme con el mundo, y no llegué al beso.
Me expreso poco y corro mal. Sonrío a destiempo y quien me odie es por su culpa o porque no sabe más.
Mi nombre está solo en una botella de agua.
Conforme avanza el día, cada vez tengo menos que perder.
Así que soy libre, razonablemente.
Jag.
5_8_22
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