14 de octubre de 2016

Un español descubrió

la circulación de la sangre.
Eso sí es un descubrimiento.
Y es para sentirse orgulloso.
Miguel Servet. (1511-1553) Aragonés. Médico y teólogo trilingüe. Tuvo que salir por pies porque escribió tres libros que negaban la Santísima Trinidad. Venía a decir que el 3 en 1 no solucionaba nada.
Descubrió la circulación sanguínea pulmonar, pero no lo publicó como descubrimiento fisiológico, sino como capítulo de su obra teológica principal, "Christianismi Restitutio". En este libro (que no se editó en España), el buen señor pretendía demostrar que el alma humana residía en la sangre. Igual que Colón buscando un nuevo camino a las Indias, pensando en Dios, se lo puso en bandeja a la Ciencia.
Como la Santa Inquisición le queria quitar más que la beca, estuvo de erasmus, por la cuenta que le traía, paseando sus idiomas y conocimientos por toda Europa hasta su muerte, que acaeció cuando el mismísimo Calvino (el suizo, no el Italo) lo descubrió entre el público, de incógnito, en uno de sus sermones, y lo condenó a la hoguera en Ginebra y no a palo seco, sino con leña verde. Algo le habría dicho.
Vamos, que con esas luces, esos medios y esa cuenta de resultados, más español no se podía ser.
Jag.
12_10_16


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