4 de octubre de 2016

Soy tan soso como tú,


y bastante
más triste y resentido.
Mezquino, ingenuo,
me ahogo
de insignificancia,
y compenso, como tú,
viniéndome arriba
sin logro reseñable
ni virtud consistente.
Lo normal.
Somos raros y simples
al mismo tiempo,
llaneando sin rubor
entre temor y arrogancia,
dejadez, inspiración,
y lo lamento, y yo siento
que no está
en mi pobre calavera,
ni sé qué hago, ni
lo que te falta o te sobre,
pues no hallo
razón ni sentido,
remedo de explicación
de tu iluminada adhesión
por lo que escribo,
ni de tu lectura insistente.
Jag.
28_9_16


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