1 de marzo de 2018

ESCRÚPULO Y CREPÚSCULO

1.
Tenías casi prisa por saberlo todo, y después el silencio.

Todo resumido en una línea desastrosa de emoticonos tristes y enfermos que yo ni sabía que existían.

Y después ay, y después de después ya está.

2.
Aunque yo esté solo en mi piel, vida, no llores.

No llores, aunque estés sola en la piel que sólo yo te conozco. Aunque se calle o se apague o nunca diga nada la sola lágrima que tú y yo de algún modo formamos en mitad de esta tormenta. Esa gota que es la única vida que tú y yo podemos permitirnos.

No me llores, vida, igual que no sé llorarte, pues las lágrimas del fin ya hirvieron al principio.

Nuestro fin que quién sabe. Nuestro fin que cuándo será. El de por qué será y por quién.

Nuestro fin, con su lágrima de bienvenida.

Con sus caricias que no fueron, abrazadas a las palabras que callaron.

Nuestra lágrima, nuestro rayo de esperanza y nuestro fin por nuestra mano.

Por culpa de la verdad, arrastrados por la riada.

Por nuestra mano.

Por nuestros ojos que callan.

Por nuestras vidas tomadas una a una, como si nunca nos hubiésemos bebido ni respirado.

Vida, no llores.

Vida, vive. Y no me calles.

3.
No sé cuál es la parte triste de todo esto. Sencillamente no sé decirlo.

Es como la estupefacción de una memoria del futuro.

Como un ya te lo dije tomando unos cafés con un quién podía saberlo.

Un nunca debió pasar yéndose de fin de semana con un pasó antes de tiempo.

Hay tantas, tantas cosas que no sé. Tanta oscuridad que no quiero, a pesar de todo lo que me esté iluminando. Tantas y tantas cosas que me van sucediendo. Un día antes de otro y al revés.

Tanto que me deja dolorido y liberado.

Tanto que me brinda tan solo, tan ligero y limpio el dibujo de mi vida.

Todo tan de mi parte para decidir, que no sé.

Jag.
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