10 de marzo de 2011

Boceto de paisaje para después de una batalla.

Como SER no me van a alterar ciertos vaivenes, a estas alturas, que estoy medio acostumbrado a cumbres y simas en el mismo día, y me mantengo constante en mi tortuoso camino hacia la serenidad. Creo.

Como ESTAR, refiriéndome a avatares y circunstancias varias, tengo que mantenerme ocupado en darle a mi ruina el lustre, la atención debida. Ya sea para caer con toda la consciencia posible, ojos abiertos a la verdad, corazón excitado con el sabor y el ardor de la sangre; o ya sea para saltar a tiempo, si se tercia, cuando divise la línea fatal que separa la tierra que se pisa del viento fresco del vacío; o para ejercer mis opciones voluntarias de cambio o simple renuncia, en caso de que me flaqueen el aliento, el entusiasmo, la buena disposición del ánimo o la dulce condescendencia de mi miopía.



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1 comentario:

  1. Ser y estar son verbos gramaticalmente débiles, apenas destinados a unir sujeto y predicado, no describen acciones; son concebidos para definir nuestro "ergo": no puedes sólo ser, ni puedes sólo estar. Eres algo o estás algo (o en algo).
    Estos verbos están contaminados de expectativas, propias o ajenas, subjetivas o culturales.
    Pero el peso del ser o del estar, su certeza taxativa, su falta de levedad, la manera en que sentencian, nos lleva irremediablemente a utilizarlos como otro verbo copulativo aún más residual: parecer. Nos parece así más fácil parecer que somos o estamos, relaja nuestro compromiso con nosotros mismos y con los demás, y nos alivia la carga de nuestras exigencias.

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