Eran historias de pobreza con amor. Y aunque no eran imprescindibles, incluso en absoluto necesarios, también había amigos y vino tinto.
Una percepción algo melancólica que proyecto en mi vida testaruda, sin resignación y sin mujeres en verdadera sintonía, guión, disposición, guión, situación favorable a mis desfasados afanes exploratorios, guión, valores caducos en el siglo corriente.
Estos son algunos de los lastres, guión, adornos de mi vida sin guión.
Y si, lamentablemente, sin que haya razones, guión, intuiciones de peso, me descubro más tiempo del que debiera acordándome de los muertos del que amarró a la cabra, pues he de admitir, sin sonrojo, y desafiando la débil frontera entre patetismo y valentía, que más tiempo del que debiera acabo prestando atención a mi parte irascible, corazón.
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Si hay historias que comparten idénticas estructuras es porque hay un patrón de soledad que se repite a la espera de ser compartida.
ResponderEliminarempiezo por mí: yo soy tu cómplice.
Gracias por compartir, y por la complicidad, petitsriens!
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