Ésta es la época en que contigo, por ti
tengo todo falta algo. La época de la letra pequeña en las grandes palabras.
Ésa en que tú me admites, a mi lado te proyectas, y me deseas y de verlo
necesario, me perseveras. Me estiras, me exhaustivas. No sé, pues a pesar de
ello, es también la época en que tú no puedes sentirme más allá de lo que
entenderás admisible, y nos anticipo maltrechos, pues supongo estarás en tu
derecho de todo el andarte con cuidado, y no avanzar más allá de este nuevo
miedo que cada uno maneja a su modo en su lado, en lo desconocido asentado, en
el poderoso, excitante, atrayente, palpitante extasiado vértigo del abismo.
Terror pánico de verte indiferente en ese sabor salvaje de una magia que nos
mata, nos regenera, que colmándonos de vida nos somete, el ardor genuino, sabor
y calor primordial uterino que nos envuelve, fuego de la luz del consumirse, el
agua, la humedad que nos debemos, abrazarnos y derretirnos del tar, tar,
tamudear del deseo que se lanza temerario, del divino morder sin mesura,
acariciar sin acierto con locura perdición de los alientos, las cadenas que no
te escuchan, los tactos que no te atienden, olores que perdimos y suspiramos
desde siempre, la época te digo, lo sabes, de alimentar quién eres tú quién soy
yo, mientras en lo callado se nos renuevan los cauces, y vamos drenando en
ansiedad sin querer lo que nos queda tan lejano aunque en la vida diaria, todo
ese dolor que admitido nos pareció siempre tan extraño.
Ésta. Ésta es la época de friega y
zafarrancho de tu casa y la mía, del no va más del corazón manga por hombro, la
época de dejar de desfallecer, por ese sordo padecer inadvertido del tú y yo a
la vez nos tenemos nos faltamos.
Es la época de darle de comer al valor
por nuestra mano, de alentar lo inesperable y sostener el tino, es la época de
por ello, armarnos de paciencia hasta los dientes, regar de confianza en que
nos tocamos besamos y vivimos pues la vida nos presta para siempre este momento
fugaz de habernos encontrado después de tanto haber nacido.
Y se me cae el alma de sueño. Se me
desgarra el corazón en el instante puntual de nuestro reír eterno.
¡Ay, qué va a ser de nuestro amarnos
para siempre!
¡Ay, qué furias, desconsuelos van a
salir a nuestro paso, mientras nos dejen vida los azares, mientras les brillen
los ojos a nuestros alientos!
¡Ay, qué va a ser de lo tuyo lo mío el
bocado compartido, la caricia acordada, tempestad en el puerto!
Quién sabe si se nos enaltecerá el
gusto, si nos crecerá amarga lucidez convencimiento, hambre, hambre voraz del
uno por el otro, y someternos, y abrazarnos en ansia, amarnos simples en lo que
podemos. Y en lo que queremos, construimos. Como arderemos en lo que vemos y
tocamos. En lo deseado nos consumimos, y en lo presentido nos extasiamos.
Dame. Dame tu mano sonriente, y no te
muevas. Que ni el viento sienta tu resuello siquiera. Ni se mueva una sombra en
la luz de tu costumbre. Sea tu sol callado por dentro mi vida y mi lumbre. Y
venga tu silencio a hacerme tu hombre de hermosura de explosión. Nos miramos y
nos vemos, nos callamos y amamos. Y el amor es suficiente.
Ésta. Ésta es la época en que
mordiéndome la letra te he hablado. La época para siempre y sin cuidado, tan de
un mismo aliento y todo emancipado. La época de nuestros líquidos agazapados,
ésa que nos promete y rechaza, la que nos araña cascada de lava de cauce sucio
de nuestro fuego que nos vuela nos precipita y nos repara.
Ésta época en que tú y yo en una verdad
nos encontramos, y ahora bien, y ahora siempre sabemos juntos por separado, que
a ti y a mi nos falta nos sobra algo monumental caótico articulado, algo
inaprensible que nos devora y dará cuenta de tus monstruos y los míos. Aquí,
aquí está la época de nuestra batalla crucial por la vida pura.
Lo sabes y lo sé. Nuestro corazón se
expande más allá de las membranas sutiles de la respiración de las células de
nuestro momento. Es una promesa indefinida, un arrebatado y mudo comprender la
hondura que se proclama. Es la letra tuya y mía, la que nos mantiene amantes,
dichosos, en su propia alma y cuerpo.
Ésta es la época de esa letra, la que
dice que es aquí y que es allí. La época de este sabernos amándonos por esa
letra que nos falta, y con esa letra que nos ha sobrado.
Jag.
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