19 de septiembre de 2015

CALCA


De amorcito ingenuo
irreal, se hace
la poesía mía, dirás,
y verás, yo te cuento que
de tanto alelado
mirar a la fuente,
no es extraño, en realidad,
como se ve, que ni la letra
ni el corazón se me sostienen.

Aún así,
no te me lleves a engaño,
lo que yo amo, lo que yo escribo,
entre sí y de la mano van,
y en la gracia y en la desdicha
le dan alma y cuerpo
a mi tesoro, y siempre,
siempre se me acompañan, por ello,
a mi poemita alucinado,
a ese amorcito irreal yo los amo, óyeme,
los amo con tacto, cuidado, intensidad
que no huelen tus maneras por lo visto,
yo los amo como mínimo
por ser la parte tonta de mí,
ya sólo eso los hace
a mi amor
a mi poesía,
dignos, reales, óyelo,
reales, gigantemente alejados
de tu esculcar ladino
después de mi cosecha,
de tu acechar la siega,
quedándote pasmada
mientras avento, mendigando
detrás del trillo, componiéndote
con mi paja un pan
que ni llenará la boca del hambriento
ni vestirá la mesa del deseo.

Con un solo corazón, entiéndelo de una vez,
amo a mi amor,
amo a mi poesía, cálcatelo y aprende
que te quiero bien lejos
mientras entorno
las puertas de la hipocresía.

A la poesía que ni hueles,
a la mujer que especulas,
yo la amo, y te lo repito
a cal y canto,
la elijo y la prefiero,
como de aquí a Lima
a tanta corta poesía de supernena,
que no hace más que emborronar
mi compartir fraterno
con rabia y lamento avinagrado.

Puedo estar muriéndome del todo
y andar siniestramente equivocado,
pero yo sigo leal
de la mano de mi amor,
y te reirás viéndome
a mi pobre verdad abrazado,
mas no vas a ser tú,
con poesía de pega,
la que en un puerco trasnoche me diga:

-Que nos quiten lo enamorao.


Jag._19_sept_2015




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