7 de abril de 2020

Día 20 del confinamiento,


Dos cosas en una y más.
1_ Eso que te dicen y demuestran que no vemos el mundo como es, sino como somos nosotros mismos. Creemos que tenemos un papel concreto, pero ese papel es tan multiforme como la variedad de gente que lo experimenta. No quiero ser como quien defiende a su dios conduciendo un bulldozer, que avanza aplastando a quienes se le interponen en su visión de cómo debería ser su mundo. No quiero avanzar falsamente, atravesando a la gente, pensando que me gano mi respeto despertando miedo o admiración, cuando en realidad todo es un apartarse por pena, por vergüenza, por no querer bailar al son patético de la ira y la sinrazón.
2_ El amor viene escrito en los hechos y nada más. Las palabras de antes y de después nunca sirven para nada. Sólo las madres llevan el amor escrito en la sangre. Incondicional e imperecedero. Algo que las trasciende como personas por la conservación de la especie. Por eso aguantan y dan todo.
Saliendo de esa esfera, el amor es un trabajo diario y es voluntad pura. Te aman por lo que haces y por quien eres, todo junto.
Si no sabes hacerlo, lo que das no es amor, y tienes que aprender, pues mientras no lo consigas, lo que te dan no es amor. Si en quien eres falta algo, el amor alarma y provee, y él mismo es el objetivo. Pero tú estás a los mandos.
El amor nos llena y nos contiene, pero es condicional. Hay que saber darlo y saber pedirlo, porque hay que merecerlo.
Por suerte y por desgracia y viceversa, esta indagación no es para siempre. Eres un ente natural, eres espíritu y carne nacida que puja con ganas hacia una cresta de máxima tensión y vitalidad. Le sigue una morbidez que tiende a una maduración que desmaya y se deja caer al abatimiento. Todo va bajando de pulso hasta la aceptación, que en la llanura forma un limo fértil e indiferenciado. Tú sabes en qué punto te hallas en cada momento, y qué necesitas irte preguntando.
Jag. 
2_4_2020



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