24 de julio de 2011

PUES NO SERÁ AMOR

Será picor, o algo parecido, ¿no? No será amor, si es que me molesta y me quita el habla ¿Qué puedo saber yo, enraizado en la tribulación, ofuscado en el idioma de los dientes? No será, si la conclusión es hastío del mundo enfermo, somnolencia absurda mientras el día gira, y el sol pasa sobre mi cabeza. Horas, alientos y cariños posibles flotando río abajo. No será amor, si el día es lodo y es gris. No será amor, si te pienso en una amargura vacía, si te imagino en un abrazo fermentado y te beso en brotes abortados, en himnos huecos. No, no será amor lo que crían los bordes de las heridas de la razón. No será amor, seguramente, si en el día encuentro un canon del dolor de la costumbre, y me vibran tontamente las cuerdas, los metales, y se me ensordecen los vientos, las maderas. No será amor, pues alimento al parecer no aporta, ni frase efectiva para mí ni para otros, ni para hoy ni para mañana. No será amor, digo yo, si no encuentro manantial ni prado soleado. No será, si todo se resuelve en el soso pastel o en la caricia burda. No será amor el libro aprendido ni el hueco hollado en la hora convenida. No será amor el cuenco agujereado, ni el suspiro en el campo que se agrieta, ni las manos que se me quedan ociosas, con todo su paisaje en mi costado. No, no será amor, creo, mientras digo adiós a la posibilidad, a la ilusión del océano navegable, al viento a mi favor, a tu sonrisa en horizonte imaginado. No será amor el abrazo que no es. No será amor una alegría prematura, una silla coja ni un tejido endeble. No será amor, si sólo veo cielos bajos, preñados de estrellas de la asfixia. No será amor, pues duelen los pies y se abren las costuras, y la estupidez y la ignorancia van corriendo desnudas por los campos. Si no será amor, no me importa su figura esbelta, no me importan las certezas del pasado, que se consuman en su caldo las intuiciones y su falsa alegría. Que se rompan los termómetros y rebosen las compuertas, que se suspendan las batallas del ánimo, que se salgan las puertas de los quicios y se agote la poca risa que le quede a la sangre. Un viento inclemente se está colando en el bocado y en el abrazo, en el trago y en el abrigo. No trae perdón ni resuello, trae el furor uterino de la antorcha que todo lo renueva. Sea pues, y que todo se cubra de mierda, lo que sobra y lo que falta, y que todo se ensordezca mientras balbuceo un solo con las notas de mi nueva canción. No espero nuevas flores. Sólo que el incendio se extinga y la riada se lleve lo podrido, y que mi nuevo aliento tenga una bienvenida para el vacío, pues aunque no sé lo que es ni lo que iba a ser, lo que ahora es, amor, no será. .

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