15 de julio de 2012

Lateralidad.

Hoy, con la mente menos lógica y el cuerpo más torpón de lo normal, me estoy fijando en cómo me quito los calcetines. 

Primero adelanto el pie izquierdo, mano izquierda a la punta, mano derecha al borde, mete el pulgar dentro y arruga la zona del tobillo para salvar el talón, mano izquierda tira de la punta al unísono y la mano derecha se para en el puente del pie y deja salir la arruga de la zona del tobillo que guardaba el pulgar. El calcetín sale liso y suavemente, a la boca del zapato izquierdo. Después cruzo la pierna derecha sobre la rodilla de la pierna izquierda –me encontraba sentado en la cama cuando pensé todo esto, ahora lo estoy escribiendo en presente pero ya es el pasado, porque pensé todo esto teniendo las dos manos ocupadas- mano derecha se apoya en rodilla derecha (?), mano izquierda pinza en el tobillo del calcetín derecho, arruga desde fuera salvando el talón hasta mitad del puente y tirando del resto hasta que también pasa, el conjunto queda hecho un asco al borde del juanete, la mano derecha pinza la punta y tira con energía para arreglar el gurruño de una sacudida en el aire.

Es casi vergonzoso reconocer que sólo con un poco de violencia he conseguido recomponer la faena que ha hecho la mano izquierda  cuando la he dejado sola. Por lo visto confío más en la mano derecha. La izquierda es torpona y a veces hasta grosera en lo que hace. Muchas de las cosas que enseño a los demás las hago con la derecha, pero la izquierda es insustituíble y esencial para ciertas otras cosas que hago para mi. Por ejemplo, para disparar. La mano derecha sostiene la escopeta por la panza, la mano izquierda mete el dedo en el gatillo con suavidad y aprieta las cachas contra el hombro izquierdo, la mejilla izquierda se ablanda en el cuello de la culata, con ternura y con firmeza, el ojo izquierdo se pone mirando al punto de mira. La mano derecha sólo sostiene, el ojo derecho se cierra y se pierde toda la movida. Y la movida está en que el índice izquierdo está donde tenía que estar, y da un toque amoroso y adiós a la lata.

Y mientras la lata volaba y volaba sobre los campos de trigo verde me he despertado pensando en si me quitaré los calcetines todos los días igual.




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2 comentarios:

  1. Así es, el pulgar oponible ya no es novedad. Ahora que has tomado consciencia del hecho, es hora de intentarlo de otra manera; no desaproveches tu humanidad.

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    1. El pulgar oponible está derritiendo el hielo de los polos, y todavía no ha sido capaz de curar la gripe.

      Es verdad que tenemos que seguir buscando...

      Gracias por participar, Maripili.

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