15 de julio de 2012

Lo bueno va a acabar contagiándose,

como todo lo que vive oculto a nuestros ojos y luego nos asalta sin que sepamos de donde viene. Y viviremos un tiempo de paz hasta que alguien deje de tenerlo tan claro, y pregone a los cuatro vientos que lo bueno no es tan bueno, que le está haciendo falta una revisión. Y claro, los que vivan acomodados y de acuerdo con esa forma de la bondad protestarán, y todos los que tengan alguna cuenta por saldar con ellos dirán exactamente lo contrario, un numeroso grupo de aburridos se pondrá de parte de unos (porque no tenían nada que hacer), otro numeroso grupo de aburridos (que tampoco tenían nada que hacer) se pondrá de parte de los otros. Todos los becerros iletrados tomarán partido. También los becerros licenciados, doctores y becerros catedráticos. Todos volverán a discutir sobre qué está bien y qué está mal. Unos protestarán más alto de la cuenta y a otros se les escapará una mano. Y todos se inventarán buenas razones para ir a partirle la cara a alguien, y le perseguirán en nombre de la Justicia. Los jefes van a querer seguir siendo jefes, no nos quepa la menor duda, los que nacieron para recibir órdenes no van a tener más iniciativa entonces. Viviremos un tiempo brumoso en el que lo bueno se nos volverá transparente y no lo veremos. Estaremos todo el día preguntándonos que todo esto para qué.

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