15 de julio de 2012

Un tío con talento.

A lo largo de mi vida he hecho cosas que me impiden que piense que soy un buen chico. Mi gente se ha ido encargando de ir poniéndome ejemplos de chicos que obviamente no son como yo. Y eso mi gente lo lamenta, al parecer. Los peinados de la juventud, las pieles tersas y suaves. Más tarde los ejemplos de tíos bien afeitados, con la camisa planchada, y cuando la ocasión lo requiere, por dentro de los pantalones, planchados, limpísimos y con el bajo justo cosido a máquina. Ejemplos de lo que yo no era. También me hablaban de gente que se esfuerza con las oposiciones, y de gente que tiene una buena colocación, y familia, y unos niños guapísimos. Y un coche nuevo cada cinco años. Más de lo mismo. Todo el mundo parece saber mejor que yo lo que me hace falta.
Es verdad que no soy perfecto. No he encontrado en la vida a mucha gente que esté de acuerdo conmigo. Muy poca la que estuvo durante un tiempo equis de acuerdo conmigo en todo. Para ser franco, algunas veces, por razones diversas, me he visto como una mala compañía. Y he optado por estar solo. Mi gente ha ido encajando esto de muchas maneras, y unos mejor que otros. Algunos dicen que soy un bicho raro, y no sé si es verdad pero provoco la risa, el respeto, la burla y la admiración. A lo mejor soy un bicho raro.
No estoy contento con cómo soy, a lo mejor nadie lo está, no lo sé. Sólo sé decir en mi defensa que a pesar de haber defraudado a tanta gente, a pesar de seguir viéndome a ratos como una mala compañía, nunca he hecho nada que le molestase o que no le pareciese bien a la Virgen.

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