4 de febrero de 2018

COMO ENAMORADO DE UN PÓSTER



No es culpa tuya
lo que parece.

No es culpa tuya
de la nieve en la boca
del volcán.

No es culpa tuya
de tu viento parado
sobre el océano dormido.

De la tormenta
que está apagando
esa llamita de calor tan vivo
que yo te guardaba.

La ilusión, la promesa
de un paraíso
está despertando,
tan bruscamente,
de su sueño.

No es culpa tuya
si de repente
todo mi corazón
encharcado
de quizás, abatido
tan certeramente
de nunca,
de qué dices, de
no te entiendo,
ni lo sueñes.

No me miras,
no me esperas
ni me intentas.

Y tu corazón no tiene
canciones
que acompañen mi canto
cuando asomo
por el quicio
de tu puerta.

La pared de ascenderte
hoy se me hace
fría y lisa
como un plato vacío
escurriendo el agua
de limpiar comidas
que olvidaste.

El océano dormido.

El caballo cansado.

El río sin risa.

La cara seca.

Ahora una nada desnuda,
y no es culpa tuya
que mi fuego no te silbe.

Que no te accionen
mis ganas.

No hay letras tuyas,
de ti no tengo palabras.

Ni gestos, ni signos.

Tanto frío, y tú sin tener la culpa
de que me vea enmedio
de este puente descarnado,
tan cerca de esas orillas
a las que no puedo cruzar.

A ver qué hago ahora
con todo eso
de lo que
no te puedo culpar.


Jag.
2_2_18



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