4 de marzo de 2020

ES DE UN SABOR LEJANO


Esta mañana, una vecina mayor que vive sola, me ha dicho en el rellano cómo estás, y también, aquí estoy, que mi sobrina ha venido a limpiar, que yo le digo que ya lo hago yo despacito, pero ella viene y me dice que limpia ella.
Me he ido después, y por la calle se me cuelga por dentro, como subiéndome por las entrañas con unos piolets diminutos, una sensación que también me ha venido otras veces y que se me desata cuando he escuchado la palabra "ella". No la sé definir. No la sé describir. Me descompone un poco, y lo mismo podría tener de desamparo que de alegría. Es como que me sobrevienen luchas épicas cotidianas e invisibles. No tiene que ver con cosas que haya leído. No tiene que ver con algo que me falte o que me sobre. Nada de historias fantásticas que cosechan admiración. Sólo cosas como de amor humilde y silencioso, que se rumian sin público porque suenan a rareza cuando se cuentan, porque desatan estúpidos clichés de comprensión y de razón y de educación y de ridícula ternura en el consecuentemente ignorante insensible ventajista oyente medio. No lo sé explicar. Insisto en que algo me sobra o me falta para entenderlo del todo, pero escucho la palabra "ella", y se precipitan por dentro como unas temblorosas descomposiciones. Como un desgarro sin dolor que hace que todo vaya colapsando lentamente por dentro, sin que se note en la piel, en el gesto, en la presencia, en la postura. No sé. Son como aventuras sin himno. Como películas sin créditos en las que se me arrebata que hay que reparar alguna injusticia. Que hay que hacer todo lo necesario para que ella esté en su lugar, porque si no, para qué es la vida, me pregunta la propia sensación, para qué es la vida si no es para intuir esas cosas que estábamos aceptando como normales y que son injustas, y que algo nos alerta en un primer momento, y en el momento de después ese algo está como alentándonos a que nos preguntemos a ver quién eres o quién quieres o quién debes o quién puedes llegar a ser para lograr curar o resarcir o tan sólo comprender y hacer por ayudar a que esté sencillamente bien y en su lugar ese corazón pequeño que soportó tanto, que se sostuvo con sordos y humildes milagros en silencio, y que al menos hasta el momento en que escuchas la palabra, se mantuvo en el amor.
Jag.
2_3_2020



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