4 de junio de 2020

BRAVATA ESPUMA


Sí, me pareció hasta bonito cuánta flor y cuánta piedra sentías tener dispuestas en la boca.
En la distancia, desde el claror, cantaba tan patética inocente la mano niña que en la vida iba a lanzarme nada.
Cuánto tenías que jugar a sentir, tan abierta y desprendida, para romper la nata del cazo de leche que se te enfriaba triste. Cuánto baile y estertor en la puerta de la calle para saber que vuelven a mirarte con ardor el hornillo en la cocina.
Vaya inmaduro verdor el de alentar el juego y acabar siendo de juguete.
Jag.
4_6_2020


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