13 de junio de 2020

MEDIO LUGAR CONCRETO



Últimamente estoy mordiéndome un labio antes de decir que va a salir un texto. Es una espera que no sé si es por prudente, no sé si por indecisa. No sé si es por ti, no sé si es por ella. Pero me paro más que antes, me paro más y espero. Y no es por lo que tú me ocurras, no es por lo que ella me acontezca. Los leo más despacio. Les pregunto si quieren salir así, como son, hacia un nuevo lugar, no sé si corazones y bocas, no sé si hacia la piel, los oídos de alguien. Les pregunto, mientras los leo, más despacio, así como flojito, ¿quieres? ¿quieres ahora? ¿o acaso preferirías esperar? Esperar a que se serenen las aguas sulfuradas, las nubes dolorosamente eléctricas que perturbarán los sueños anegados en las camas de las niñas y de los niños. Les pregunto, les informo de ocurrencias y aconteceres que poco a poco se van sucediendo, precipitando, les hablo con educación, delicadeza, les advierto, firme, con dulzura, mira que serán las uñas de los dedos tan crispados, mira que pueden ser la risa desdeñosa, los ojos ignorantes, los coños, los callos, los padrastros, la fina piel del costado. ¿Quieres ya? ¿Quieres ahora? Y así, más o menos, en esa espera obtusa, en ese tenso comenzar de algo en la bruma, tengo ahí por hacer, sin saber si es por ti o por ella, una básica distribución de la implicación paulatina de las luces de un soberbio amanecer impertinente, que van gradiando hacia los colores de las purpúreas tierras que se sumergen en un sórdido desfallecer.

Jag.
12_6_2020



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