11 de junio de 2020

PUEDE SER QUE SEA ESO Y ALGO MÁS O MENOS



Por nada del mundo quiero que parezca que lo he dejado todo por imposible. Es más bien al contrario. Es más bien una nube de american golden finches que se precipita del cielo y sólo yo veo. Es más bien lo de ser un bobo ser luminoso que tiene pisado el interruptor bajo la pata de una mesa repleta de viandas, de objetos que lanzan destellos vacíos, souvenires de resina de países que nunca hemos visitado, y disfraces ridículos monstruosos que guardamos porque un día nos costaron un dinero.

Llegué y con un patético ladrido susurrante me dijeron tú también tienes derecho. Me dijeron no pareces el de antes. Y el alcalde de entonces, el de ahora, los amigos de siempre me dijeron has cambiado, y yo les respondía es que he estado vivo todo ese tiempo en que vosotros estábais yóquésé, recordándome, imaginándome, suspirando incluso por que las cosas no hubieran sido nunca como fueron. Pero fueron así, y cada cual puso su parte de inconsciencia y alevosía en ello. Fueron así y ferozmente se fueron añadiendo desviadas complejidades, hasta acabar en lo que es todo esto ahora.

No me estoy explicando bien. La tenacidad no sirve a la hora de intentar hacerte entender. Igual que la voluntad de uno no sirve para que dos o más se acaben teniendo en cuenta.

Probablemente soy un alma arrugada encerrada en un pequeño artilugio con el resorte destensado. Probablemente soy un alma al acecho, inmadura, obstinada, egoísta e insensible. Puede ser que sea eso y algo más o menos. Pero nunca podré comprender esa dejada alegría por seguir adelante, con tozudez, en este rastrojo adormilado que suspira por puentes y por días señalados. Nunca podré entender cómo no ver lo urgente que es ponerse todos los días con toda el alma a que la vida cambie para mejor segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora con toda la fe toda mujer y todo hombre, y así semanas seguidas con toda la fe también toda niña y todo niño, y así meses seguidos con toda la fe también toda anciana y todo anciano, y así años incluso, acompañados por la fe irracional de los animales de compañía que viven con todas ellas y todos ellos dentro de las casas, y también las aves, insectos y bestias que viven en las granjas, en los límites de los cercados, y también por la fe montuna de los animales y las plantas que viven libres en los campos, así segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora, día a día, y así semanas, y así meses, incluso años con toda la fe de todas y todos poniendo con toda el alma por lo menos el intento de que la vida cambie para mejor. Como si vivir fuera tan sólo ahora mismo y ya está.

Yo no voy a perdonar nunca, por la paz, por el amor y por la salud de quienes de verdad me quieren, no voy a perdonar que se haya reunido un tribunal para recalificar y decidir que habia que recortar mi sonrisa. Quien nada sabe de mí es porque no me preguntó a mí o porque nunca se ha interesado. Quien nada sabe de mí nunca entenderá hasta mi fondo el trabajo de vivir atento a un rabo de lagartija, y darle algo de aire y espacio, y darle algo de todo el amor voraz que pide y necesita. Quien nada sabe de mí nunca entenderá hasta mi fondo el trabajo de levantarte de una silla y dar vueltas y vueltas por la casa hasta llegar a comprender.

Ahora sólo sé que todas y todos necesitamos algo concreto en el momento preciso. Ahora sólo sé que tampoco sé hacer lo que tú no sabes hacer. Ahora sólo sé que tú estás ahí, y aquí todo me pesa y me atenaza, y eres tan radiante y enigmática y por desvelar y descifrar y redactar, y todo yo se convierte en un río. Es como un desmontarme líquido de repente, cada célula liberándose de su límite sólido y derramándose de golpe sobre el suelo duro, y llego a una especie de paz intranquila y doliente, porque no quiero enfangar ni penetrar en la tierra fértil para hacer crecer la miserable vida estéril de siempre. No quiero continuar, pienso desde mi conciencia líquida, no quiero ayudar a que toda esa imbecilidad se mantenga y prospere. Tú estás ahí, y sin violencia, todo yo se hace río en el aire. Y mientras cae, yo me digo que ojalá que llegue un instantáneo cataclismo que me evapore y deje todo lo demás tal como está. Ojalá que un viento compasivo me lleve lejos de aquí, como una vergonzante nube expatriada. Ojalá que una certera providencia me exprima en un chaparrón repentino inexplicable que te pilla a medio camino de tu casa. Ojalá cuando te sientas a secarte, a cambiarte la ropa empapada, te digas, así que era esto.

Jag.
9_6_2020



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