28 de junio de 2020

FRIDGE


Hablar, hasta quedarme vacío, de tanta cosa que por lo visto era vital, y que acostumbré a dejar callada en olvido.
Como las mitades descoyuntadas de una concha que se me arrojan, sobre la boca, una mano sobre otra.
Una no sabe, y yo no sé hablar. Otra lo intuye, y yo no sé hablar, y las juntas de los dedos rebelándose, tan cómplices, tan perezosas.
Aplacar la fiebre que conozco, me decía, el distante calor que se derrama, para tanto preguntar en la noche, en el hueco, y que nada se duela equivocado.
Reconocerme cuánto de ti estoy hablando todo el tiempo. Aunque solo, por ti, a nadie pregunto conmigo.
Ese silencio de ti se me vuelve a la boca. Yo, frustrado y él, festivo.
No es un buen compañero, y es el único testigo.
Jag.
15_6_2020


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