14 de mayo de 2020

Día 57 del confinamiento, NOTA DE HUMO (II)


NOTA DE HUMO (II)
Las pocas veces que me he puesto a escribir ficción ha sido más o menos divertido, aunque para que la cosa quedara verosímil, esto es, con la profundidad y la amplitud, con la mezcla creíble de lógica e imperfección, de expectativa y sorpresa que hay en lo vivo de verdad, he visto que recurro siempre a alimentar a los personajes y sucesos con lo real mismo: o con lo que me ha pasado o me han contado o he visto en otras y en otros, y lo he asignado y repartido entre mis personajes; o con lo que he leído en libros que amo, quiero decir, esas cosas verosímiles de las ficciones bien construidas por otros, las he adoptado para mis medio verdades construidas. Después siempre me he quedado pensando que vaya gilipollez: buscar fuera de ti verdades para sostener una mentira que nadie necesita ni te ha pedido, para que verdad parezca. Vaya camino falaz y pretencioso, y cansado, me parece.
En la vida real digo la verdad, aunque me joda, porque es más cómodo: no hay que memorizar nada, ni nada que retocar cada cierto tiempo. Aparte, que todo este distingo es una chalaúra. Todo es verdad, lo que vives en lo que vives, y lo que escribes en lo escrito. Lo primero, dependiendo del momento, es siempre moldeable; lo segundo, es otra forma de lo vivido, que aunque la calques de lo que pasó, siempre se modela, en cualquier caso, desde diferentes lecturas, tuyas y ajenas, y distintas entendederas. Encima, esa diversidad de lo que se lee y lo que se entiende, también se mueve, porque está vivo. Así que cuántas verdades pretendo dejar asentadas, como si fueran un ramo de flores de papel puestas para una foto. Nada. Como soy tan cachocarne, mejor aceptarme y no fingir nada. Si queda ridículo quién eres, siempre será digno. Si haces el ridículo montándote una bambalina, ¿qué cojones te distingue de la mierda risible y miserable que campea por el mundo?
Muchas veces he pensado que todo esto es porque no tengo aptitud para la fabulación, aunque ahora creo que eso aún no está demostrado. Pienso que mejor, como he dicho antes, me dejo de posturas raras y me dedico a vivir la vida, que en lo básico es lo mismo que escribirla: lo vives y lo escribes como buenamente sabes y puedes, y a quien le va mejor, no es porque tenga mejor técnica.
Hablando con honestidad, que es para mí de lo que se trata, creo que lo que te pasa no es lo mismo cuando lo escribes. Siempre estás componiendo, igual que siempre estás atento a ser tú mismo, y en realidad siempre estás retocando tu máscara. Y entonces qué es lo real. Vivir a secas no tiene para mí nada de simple, y ya sólo faltaba complicarlo con adorno inútil y agobiarlo con carga.
Casi puedo decir que escribo para repasar, para hacer contacto con lo que vivo, que pasa tan fugaz. Cuando algo pasa, y lo escribo, se puede decir que sólo entonces ocurre. Cuando lo cuento. Cuando le pongo esa atención. Así que lo que sí puedo admitir a conciencia, es que cuando escribo en primera persona, no es tanto decir "este soy yo" o "esto me ha pasado", como reconocer que lo persigo. Que está escrito en primera persona porque no (me) lo quiero perder.
Jag.
9_5_2020



.

1 comentario:

  1. Sea lo que estés fabulando, lo que tenga de máscara pensando en quitarla o ponerla para mostrar otra y otra, y que a la postre estés fabricando..., vale: tienes una buena fábrica.

    ResponderEliminar