14 de mayo de 2020

Día 58 del confinamiento, NOTA DE HUMO (III)


NOTA DE HUMO (III)
Algunas cosas asumidas:
Puedes montar tus planes como una manera de guiarte por el mundo, puedes trabajar las cosas que los afectan, viendo qué son y cómo. Puedes intentarlo, y ese intento te define y caracteriza de un cierto modo. Eres lo que buscas y cómo. Puedes ponerte a ello, pero en un segundo, por algo que te pasa, o entiendes, o haces, por algo que les pasa, o entienden o hacen otros, todo lo que planeabas se va al traste y te encuentras en un mundo extraño.
Asumido eso, asumir además que mejor no sentirte, tan a la ligera, un desgraciado. Asumido también que algunas veces menos mal que no ocurre lo que habías planeado. Lo que llamas desgracias te salvan de otras cosas peores. Por ejemplo de reducirte a lo que aciertas a planear, y perderte todo lo que te está pasando constantemente.
De todo ello, asumo, la vida puede irse fijando en una serie de canciones independientes. Momentos observados sin afán de construir un discurso ni un mensaje elaborado, que al tiempo que llega a una conclusión, es excluyente con las demás.
Simplemente, cómo es este momento, quién soy en este momento. Qué quiero. Qué sensación tengo y qué necesita.
Puedo alzar la cabeza y mirar un grupo de momentos, que ocurrieron en su tiempo particular, y que obtuvieron su pequeña opinión o sensación específica. Puedo querer exponerlos juntos como las canciones de un disco. Sabiendo, también, que un orden u otro darán como resultado lecturas distintas. La vida, como una sucesión de libros de canciones independientes, cada cual con su mensaje y con su acento.
Asumir que todas esas canciones/momentos, construyen/destruyen/propician en perspectiva y en directo. Así que, ¿con qué criterio priorizar o discriminar unas sobre otras? ¿Las amables sobre las incómodas, por ejemplo?
Aprendí una distinción esencial entre las artes de Oriente y Occidente. En Occidente se prima el resultado, y el proceso queda oculto, y a un fin supeditado. En Oriente prima la percepción del momento. En ese sentido, la expresión recae en el propio proceso. El resultado es meramente un final de las indagaciones, no una conclusión. El mensaje es el propio proceso.
Volviendo a las sucesiones de momentos como alternativa a elaborar un plan cerrado, puedo armar grupos de sucesos independientes sin aspirar (sin verme atrapado) a elaborar un mensaje cerrado y conclusivo.
Como series de canciones independientes, agrupadas por un criterio meramente organizativo.
Poner el nervio, el esfuerzo, la voluntad en el momento presente, en la canción. Y sentir que es una expresión y liberación de ese momento. Que no me ata para expresar ni sentir lo siguiente.
Así, aceptar que muchas partes de esa sucesión pueden constituir fracasos. Si no estoy atado a elaborar determinada conclusión, ¿por qué debo ocultar el fracaso, la basura y podredumbre que componen los días en que me afano en encontrar una luz y mantenerla levantada? ¿No haría más natural, digno y humano el mantenerme en pie, hacer visibles los tropiezos y los momentos desalentados? ¿Por qué debería entonces editar o disfrazar que, pese a tener el atrevimiento de ponerme a hacer cantos que piden el tiempo y la atención de la gente, normalmente soy como ellos mismos: compenso con un momento de luz y sabor, una vida de sinsentido en la que intento sobrellevar esa continua sensación de futilidad y fracaso?
Jag.
10_5_2020


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