23 de mayo de 2020

Día 62 del confinamiento,


VES ABRIR
Algunas veces pienso en tus ojos. Pienso lo intenté. Quizá lo intenté mal, o tarde.
Algunas veces me acuerdo de Nick. Era un hombre mayor de espíritu libre, que aprendió español en México. Salía cada mañana a recorrer la ciudad nadie sabe a qué, y volvía por la tarde, y ya tenía tabaco. He visto que Nick se moría solo en una Kasa de 11 inquilinos. Primero empezó a oler, luego todos se han extrañado, después han echado abajo la puerta de su cuarto y lo han encontrado en la cama. En ese momento he visto que su problema principal ya se ha acabado. Le hemos conocido gracias a que nació en alguna parte, y en algún momento descubrió el yugo del que quería deshacerse, y con esas llegó hasta aquí. Quizá fue la pereza. El sentirse condenado, encerrado en la comodidad asfixiante. Acorralado en la ignorancia. Quizá llegó hasta aquí para coger aire. Nunca decía nada y le escuché, y lo más doloroso para mí es que nadie se ha preguntado cuánto tiempo llevaba torturándole ese algo que callaba. Y quién sabe cuántas cosas más. Sonreía. Daba las gracias siempre. Y era más solo que independiente y al revés. Hablábamos de las cosas que quieren moldearte, como el trabajo, el colegio, el dinero, el amor. Esas cosas que son yugos que quieren mantenernos tan juntos a todos un tiempo para que nada se salga de madre. Por lo menos hasta que alguno saca la cabeza, e intenta salir solo a la vida, a encontrar algo nuevo, o simplemente a mirar esas cosas poniéndoles distancia, y la vida se va encargando de ir pegándonos en la boca de vez en cuando.
Dios, es tan real querer abrazarte, pegarte un mordisco sin que tengamos que ponernos a conocernos de nada. Eres tú misma tan real, Dios. Pero luego todo se queda en un poema estúpido que no se entera de nada y que parece, tan lamentable, que está ahí para servir de algo. Está todo tan equivocado como suponer que todo esto es para tu carne o para la carne de tanta otra. Y es verdad que pienso en tus ojos. Que pienso lo intenté. Y que lo intenté mal. O tarde. Que está todo tan equivocado como no llegar nadie a saber nunca que todo esto es más que nada por mi hambre, que es sin yugo y no viene a ser saciada. Que sin hacer nada ya todo está bien si tú flotas por la calle sola. Que todo es dame un beso y coge aire, y que te destroces de vida pura en tu rincón de la cama.
También pienso mejor está bien un final simple y remoto para todo esto. Un final perdido en los días descuidados de mucho antes de que abran mi puerta cerrada.
Jag.
14_5_2020


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