15 de abril de 2021

OFICINAS

Hoy iba por el campo y el cielo estaba blanco de lluvia. La suela de la botas almohadilladas de barro, rasgando sobre las piedras y matojos, entrando en los charcos. Estaban pesados los pasos.


Ella me preguntó que cómo estás y un poco por todo y qué tal con aquello que me contaste. Le dije que fatal, le dije que estaba harto, y ella que algo habré de sacar de esto. Las enseñanzas y esas cosas que me dan tanta pereza y que en el momento no sirven para nada.

Le dije que no había una oficina en tu ciudad para entrar y preguntar para arreglar esto.

Le dije que no hay en el pueblo una oficina para entrar y preguntar para arreglar esto.

Le dije que nada. Que estoy harto.

Después de despedirnos el aire se hizo grande y estremecido como un desierto de dolor frío.

Respira hondo. Cuánto espacio de pronto.

Es como una barra de hierro que me entra desde la garganta para abajo, que me ataca lenta en algún momento cada noche, y a veces en ratos sueltos a traición en partes salpicadas del día. Me voy por eso al campo aunque esté blanco de lluvia, y todo sea todo este dichoso espacio.

No hay en el campo una oficina para entrar y preguntar para arreglar esto, pero no le jodo el día a la gente que me quiere y que dice que soy un sol, soltándoles perros negros apestosos que llevo en la boca, que dicen por mí que nada de esto de brillar por mí mismo y llevar a gala tan solo el amor en este puto congelador es vida que puedas contar sin reirte, sin que te dé vergüenza, y que merezca la pena ser contada ni vivida ni mierda.

La verdad me parece que es que estoy muy gracioso.

Jag.
15_4_21


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario